1.-El hombre primitivo desconocía los fenómenos naturales que le rodeaban, tormentas, volcanes, estrellas, luna, sol....y ante la magnitud de tales fenómenos se sentía intimidado y no sabía dar una explicación adecuada de ellos, porque su inteligencia y conocimiento de la naturaleza eran muy limitados. Todo lo abreviaba con el dualismo bien y mal. Las cosas buenas para él, se las atribuía a los dioses y las malas a los demonios. La ignorancia engendra el miedo a lo desconocido.
Los fenómenos geológicos y meteorológicos, tan formidables a veces, deberían producirlos unos seres superiores que tuvieran un gran poder y, por tanto, había que tenerlos contentos y propicios. De este sentimiento nace la adoración, las ofrendas y los sacrificios, que ellos interpretaban eran agradables a esos seres superiores que manejaban la luz, el rayo, la lluvia, los volcanes y todo lo que la naturaleza tiene de grandioso.
Es tal la diferencia que sienten con los dioses, que se declaran sus súbditos y servidores incondicionales , siempre guiados por el temor que sienten ante seres tan poderosos. Su relación con ellos, no es amorosa y menos filial, es una relación obligada y fundada en el temor y el miedo. El poderoso está ahí y hay que evitar tenerlo como enemigo.
2.-El inconformismo con la temporalidad de la vida: Este segundo pilar es un sentimiento universal, antiguo y moderno. Hay hombres que se rebelan al pensar que su vida durará solamente unos años y luego volverán al estado que estaban antes de nacer. Este pensamiento siembra de insatisfacción su existencia y se agarra a cualquier cosa que le pueda sacar de esta situación.
Si alguien, aunque sea simplemente de palabra, le da la más mínima esperanza sobre la solucción de este problema, lo acepta de inmediato , de buen grado, sin pensar mucho si esa luz es verdadera o solamente una benevolente promesa para complacer ese anhelo de supervivencia que desea y ambiciona, por encima de todo. Nunca hará un juicio o una crítica a esta solucción, anhela tanto el salir de la desesperación que le produce el pensar que después de la muerte no hay nada, que se agarra como a un clavo ardiendo,sin hacer el más mínimo estudio o comentario.
Nunca se hará la pregunta :¿ Éstos que defienden la existencia del más allá, de dónde han sacado esta luz ?, ¿cómo lo saben, si son simples hombres como yo?¿Quién ha tenido una experiencia real con el más allá?......
Nunca el hombre ha tenido tantos conocimientos , en todos los órdenes,como los que tiene hoy, pero además conocimientos sin engaños ni fanatismos ,admitiendo las limitaciones pertinentes que le lleva a seguir investigando en el conocimiento de la realidad , pues bien a pesar de esto, hoy no nos atreveríamos a afirmar lo que nuestros antepasados, afirmaron, con muchísimos menos conocimientos de los que tenemos hoy , creando un cuerpo de doctrina, a todas luces insostenible en muchos de sus puntos.
Siempre ,desde mi años mozos de estudiante de filosofía, me ha chocado enormemente lo que yo llamo "la lógica creativa", sobre todo cuando pasamos del campo de la razón al campo real de lo físico. Nuestra mente no tiene ningún poder transcendente que pase de lo mental a lo real, o al menos nadie lo ha demostrado. No podemos crear seres sobrenaturales basados en una lógica totalmente humana, nuestros antepasados han dado muchos pasos en el vacío usando su modo de razonar como principio rector de la universalidad. La lógica es humana, sirve para entendernos entre nosostros, pero nada más.
3.- La complacencia en el mito: El hombre se complace creando mitos e identificándose mentalmente con ellos, mientras más primitivo es el ser humano más necesita del mito. La vida real, para muchos , es poco placentera, y el hombre no se identifica con lo que no le complace,sino que trata de rechazarlo y no admitirlo en su intimidad y compañía; si no tiene realidades que le llenen , se las inventa. Esa tendencia a lo bello, a lo fuerte a lo mágico a lo poderoso, le complementa y satisface hacíendole la vida mucho más llevadera.
El mito es muy variado, nos creamos mitos espirituales, religiosos, o simplemente humanos y nos recreamos en ellos hacíendolos propios y admirando aquello por lo que sobresalen y que nos gustaría mucho que adornara nuestra propia existencia, al carecer de estas cualidades, buscamos un sucedáneo en el mito.
4.-El líder acapara toda la autoridad, él decide y manda, preside todas las asambleas del grupo y no hay acontecimiento de una cierta relevancia en el que él no asuma un protagonimo capital y con el transcurso del tiempo se va endiosando, en parte, porque su congregación necesita un mito a quien venerar y del que sentirse orgulloso, y en parte, porque le domina una gran ambición, con unas manifiestas apetencias de poder y de dominio, este poder lo manifestará con grandes y artísticos edificios, que forman parte de la admiración de sus fieles.
De él saldrán todas las directrices y normas que mantengan al grupo unido, y con un proceder uniforme y homogéneo. Velará mucho porque no haya ninguna cabeza pensante que contradiga lo establecido por él, excluyendo a quien se atreva a tener un pensamiento propio.
A la muerte del líder, siempre habrá candidatos a sustituirlo, tratando de emularlo en todo, y superarlo en lo que sea factible. Si la comunidad prospera y se crean nuevos núcleos, se nombrarán nuevos líderes, siempre dependientes del principal y siguiendo las normativas de éste. De esta forman han llegado a nuestros días instituciones sobre todo de índole religioso que contemplamos que han perdurado durante varios siglos.