viernes, 16 de diciembre de 2011

Banderías.

A pesar de que en estos últimos decenios, la sociedad española ha evolucionado mucho, gracias, entre otras cosas, a la cultura adquirida, por la generalización de la enseñanza en nuestro pais, todavía quedan ciertas lagunas, a veces orquestadas por los intereses de las clases dominantes, y otras por el fanatismo encubierto de los componentes de la misma sociedad.

Una sociedad dividida, que lucha entre sí como enemigos irreconciliables, aunque sólo sea en el campo de las ideas, y que no tenga unos cristerios claros para buscar el bien común, es una sociedad inmadura y poco inteligente, y con estas premisas, las conclusiones que se pueden esperar no son nada halagüeñas.

Parece que a ciertos indivíduos les molesta que haya, cada vez más, personas libres, independientes, sin pertenecer a ningún bando, que hagan juicios de valor, aprobando o reprobando hechos y actitudes allí donde se produzcan, sin atender a los personajes o grupos que los protagonicen. Esta visión es propia del interesado o del inmaduro que necesita apoyarse en personajes o ideologías ajenas.

Asistimos al irreal espectáculo de contemplar una dualidad de criterios al enjuiciar un mismo hecho, dependiendo de quien sea su protagonista, y lo que es peor aún, negar y tratar de ocultar las cosas bien hechas, si sus ejecutores no son de nuestro bando. Esta forma de comportamiento demuestra una ínfima catadura moral porque tergiversa la realidad y trata de engañar.

Las sociedades no progresan con las luchas y las divisiones, sino con la cooperación el entendimiento y el diálogo. Basta de banderías interesadas y egoistas que lo único que pretenden es el beneficio de unos pocos.