Difuminada la luz
va recogiendo su manto,
cambia los mares de azul
por rosicleres dorados.
Pinta la bóveda blanca
con los pinceles prestados
por Helios, que se retira
para gozar del descanso.
Lucen los cielos de rojo,
arreboles dibujados
por pintores invisibles
en el lienzo del espacio.
De la mañana el crepúsculo
se viste con traje claro,
pero el del atardecer
obscuro tiñe su manto.
Uno anuncia al astro sol,
su recorrido diario,
y al terminar su carrera
otro presagia su ocaso.
jueves, 21 de julio de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)