miércoles, 3 de marzo de 2010

El pobrísimo lenguaje de los jóvenes.-P-

Hay que oír hablar, entre ellos, a los jóvenes de nuestro tiempo. Qué lenguaje tan pobre tienen, cuatro palabras, muchas de ellas malsonantes, unos pocos términos ingleses, de moda, y basta de contar. Es la generación, con estudios, que habla peor el idioma castellano.

Todo esto comenzó por la imitación del lenguaje de los grupos marginales que nos llegó a todos a través de ciertas películas protagonizadas por jóvenes delincuentes que se expresaban con una jerga peculiar propia. Es verdad que se expresaban con un desenfado y una frescura que causaban hilaridad y suscitaban una cierta simpatía, al oirlos hablar. Aquello cayó bien, sobre todo a los jóvenes, y comenzaron a imitar esta manera de expresarse. Pero claro, las jergas son muy limitadas, tienen poco vocabulario, de ahí que se haya empobrecido, de forma preocupante,
el léxico de nuestra juventud actual, incluyendo a los universitarios.

Por otra parte, es un lenguaje irreverente, no respeta nada. Es lamentable oir a niñas quinceañeras cómo sueltan por sus bocas las palabras más soeces, con toda la tranquilidad del mundo, incluso aplicándoselas a las mismas compañeras del grupo, que no muestran el menor grado de desagrado por tales palabras, se quedan igual que si se le hiciera un elogio.

Pero si hay algo que llena y colma la medida de lo intolerable, por falta de sensibilidad, de afecto y reconocimiento, es la desafortunada y soez expresión, usada con mucha frecuencia, y que alude a la madre y al oficio, que dicen es el más antiguo del mundo, ejercido por la mujer. Esto no tiene nombre, cómo se desprecia y ofende al ser querido más respetado, hasta ahora, en nuestra civilización de siglos. Cuando oigo esa expresión, pierdo el respeto por la persona que la pronuncia. Una madre no puede ser tratada de esa manera.