Mucho se ha hablado, y con razón, de los malos resultados de la educación en España. Las encuestas nos colocan en los últimos lugares, por detrás de países emergentes, que gastan muchísimo menos dinero que nosotros en educación. Se han hecho muchas cosas mal y se siguen haciendo, pero como en este bendito país se sacrifica todo a la política, pues no nos extrañan estos resultados. Los grandes temas de la nación no se pueden dejar en manos del partido de turno, que gane las elecciones y que haga unos planes a su imagen semejanza, esto es un disparate, los planes deben hacerse mirando las necesidades de la sociedad. Estos temas tienen que tener una ascendente continuidad, y para ello deben de elaborarse entre todas las fuerzas sociales.
Estamos mal acostumbrados a que cada gobierno haga su plan de estudios permeado de su ideología, introduciendo novedades sin contrastar y abandonando prácticas que habían dado buenos resultados. Están obsesionados los políticos con adoctrinar a la niñez y juventud, para poder cosechar sus frutos, en forma de votos.
Las editoriales y los libreros se quejan, y no les falta razón, de los contínuos cambios que les obligan a desechar libros y otro material didáctico, simplemente por cambiar, más que los contenidos, la forma de presentarlos, con la correspondiente pérdida de dinero que esto conlleva.
En la antigua E.G.B., que ha sido el mejor plan que se ha confeccionado hasta ahora, había dos formas de terminar ese ciclo de estudios: el que había aprobado los ocho cursos, obtenía el título de Graduado Escolar, y el que no lo conseguía, el Certificado de Escolaridad, con éste podía pasar a estudiar un curso puente para acceder a los estudios de formación profesional. Era una forma muy acertada de abrirle a todo el mundo la puerta de un futuro trabajo cualificado, y de no dejar a nadie estancado. Pues bien esta fórmula se abandonó en planes porteriores, con el correspondiente perjuicio para una clase de alumnos que necesitaban otro camino. Había que tratarlos a todos por el mismo rasero. Crasa ignorancia, lo justo no es tratar a todos igual, sino tratarlos según sus necesidades.
Parece ser, que esta modalidad va a volver de nuevo, le damos la bienvenida y se lo agradecerán un buen número de jóvenes.
sábado, 6 de agosto de 2011
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