domingo, 14 de agosto de 2011

Endiosados

La visita del Papa a España no deja a nadie indiferente, ni tampoco a mi. Las ideologías izquierdosas, por principios, se oponen a todo lo que sea o trate de religión y espiritualidad, olvidando el respeto que toda persona merece, y el derecho que tiene a orientar su vida como le parezca bien.

El hecho de que el líder de la iglesia católica visite una nación en la que la mayoría de sus ciudadanos son católicos, si se entiende por tal, el estar bautizados, no tendría nada de particular, no es el hecho en sí, sino el cómo. Ningún jefe de estado, ni el de la nación más poderosa del mundo, mueve tanta parafernalia como esta visita papal.

Estos baños de multitudes, fuera de estos tiempos, me recuerdan a los antiguos dictadores de la Europa del S. XX, que tanto gozaban con las masivas aclamaciones de sus seguidores. El Cristianismo no tiene nada que ver con la soberbia y prepotencia de los señores de la Tierra, y sí mucho con la humildad, sencillez, caridad y hermandad. El endiosamiento de un simple mortal, la creación de un mito, la supervaloración de unas ideas son pátinas interesadas, que con el transcurrir de los tiempos, han ocultado al verdadero cristianismo.

No es un buen ejemplo, ni para los católicos ni para los no católicos, este derroche de dinero, y de fastuosidad por parte de unos señores que deberían dar ejemplo de todo lo contrario. Ha llegado el tiempo de decir las cosas claras, sin miedos a excomuniones ni a inquisiciones, ni tampoco por un anticlericalismo trasnochado, sino por amor a la verdad. En las circunstancias actuales, donde miles y miles de españoles
no saben lo que comerán mañana, es una bofetada en la mejilla de Jesús, representado por estos hermanos nuestros necesitados, este derroche innecesario.

Venga el Papa cuantas veces quiera a nuestro país, pero con la humildad y la caridad del maestro de Nazaret. Caritas, la Iglesia del tercer mundo, los pobres, agradecerán que comparta con ellos ese dinero mal gastado en baños de multitudes y fastuosas ceremonias infructuosas.