Estamos tan habituados a que la clase política nos mienta y nos quiera meter gato por liebre, en sus manifestaciones, que cada vez que nos habla, tenemos que hacer una reflexión y análisis de lo que dicen sus palabras y de lo que en la realidad deberían decir, porque los hechos hablan otro lenguaje.
Ahora se está pavoneando, queriéndonos vender, que las primarias que está haciendo el partido solialista es un ejercicio y un ejemplo de democracia de las bases, y esto no es así. Si este ejercicio lo considerara el partido tan deseable y ejemplar, lo tuviera como preceptivo dentro de sus estatutos, quizá entonces lo creeríamos. Pero la realidad es muy otra, y es que los dirigentes del partido se han encontrado con sectores del mismo que no aceptan los candidatos impuestos por ellos, y claro, los tiempos ni las circunstancias no están para escisiones en el partido, este es el meollo de estas primarias y dejen de querernos engañar con músicas celestiales.
viernes, 15 de octubre de 2010
Tradición, cultura y libertad
Existe tal mezcolanza y manipulación entre estos tres conceptos, que cada uno los emplea a su imagen y semejanza, sobre todo cuando los usa como medio para defender posturas políticas, religiosas o de cualquier otra índole.
Los pueblos poco cultivados, empobrecidos en sus bienes y en sus ideas, se agarran a lo poco que tienen, y en cierto modo, esto es natural, tienen pocas opciones ideológicas para poder profundizar en nuevos conocimientos y poder comparar lo nuevo con lo viejo y sacar conclusiones para adoptar nuevas posturas en su vida. Por eso son tan apegados a la tradición, aunque algunas prácticas de ésta no sean nada convenientes, en los tiempos actuales. Las nuevas generaciones, más cultivadas, con conocimientos más objetivos, y liberados del gran monstruo del "qué dirán" van pasando de estas tradiciones añejas, filtrando el comportamiento pretérito del hombre y quedándose con aquello que merece la pena conservar, a la luz de un examen objetivo y de progreso. La evolución de los pueblos es lenta, hay que hacerla sin prisas, sin traumas, sin imposiciones, ella misma se va haciendo poco a poco.
En las culturas de los pueblos, si por cultura entendemos el conjunto de normas que rigen el comportamiento de los mismos, tendremos que distinguir qué normas respetan la dignidad humana y todos sus derechos y cuales no. Evidentemente, pretender que se respeten normas que atentan contra la libertad y dignidad humana, es tanto como pedir que aprobemos el delito, la injusticia......etc. Eso de que hay que ser respetuosos con las culturas de los pueblos, hay que entenderlo. Las culturas no se pueden imponer, deben de ser libres y menos servirse de éstas para privar de libertad a los ciudadanos, convirtiéndose en un instrumento en manos de la intolerancia y tiranía.
Por encima de la cultura y la tradición está la libertad, cada uno somos dueños de nuestra vida, y libremente hemos de escoger aquellas creencias y normas que creamos más idóneas. Hay que rechazar aquellas culturas que se imponen a la fuerza, incluso con la pena de muerte para aquellos que no aceptan alguno de sus preceptos. Esto no es cultura, esto es matar aquello que debería ser cultivado.
Los pueblos poco cultivados, empobrecidos en sus bienes y en sus ideas, se agarran a lo poco que tienen, y en cierto modo, esto es natural, tienen pocas opciones ideológicas para poder profundizar en nuevos conocimientos y poder comparar lo nuevo con lo viejo y sacar conclusiones para adoptar nuevas posturas en su vida. Por eso son tan apegados a la tradición, aunque algunas prácticas de ésta no sean nada convenientes, en los tiempos actuales. Las nuevas generaciones, más cultivadas, con conocimientos más objetivos, y liberados del gran monstruo del "qué dirán" van pasando de estas tradiciones añejas, filtrando el comportamiento pretérito del hombre y quedándose con aquello que merece la pena conservar, a la luz de un examen objetivo y de progreso. La evolución de los pueblos es lenta, hay que hacerla sin prisas, sin traumas, sin imposiciones, ella misma se va haciendo poco a poco.
En las culturas de los pueblos, si por cultura entendemos el conjunto de normas que rigen el comportamiento de los mismos, tendremos que distinguir qué normas respetan la dignidad humana y todos sus derechos y cuales no. Evidentemente, pretender que se respeten normas que atentan contra la libertad y dignidad humana, es tanto como pedir que aprobemos el delito, la injusticia......etc. Eso de que hay que ser respetuosos con las culturas de los pueblos, hay que entenderlo. Las culturas no se pueden imponer, deben de ser libres y menos servirse de éstas para privar de libertad a los ciudadanos, convirtiéndose en un instrumento en manos de la intolerancia y tiranía.
Por encima de la cultura y la tradición está la libertad, cada uno somos dueños de nuestra vida, y libremente hemos de escoger aquellas creencias y normas que creamos más idóneas. Hay que rechazar aquellas culturas que se imponen a la fuerza, incluso con la pena de muerte para aquellos que no aceptan alguno de sus preceptos. Esto no es cultura, esto es matar aquello que debería ser cultivado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)