viernes, 22 de julio de 2011

Grecia


Colina del Partenón
El Partenón
El Erecteión
Los Propíleos
El Odeón de Herodes Atico
El teatro de Dioniso
Estadio de Panatinaikos
Templo de Hefaistos
Puerta del Agora romana
Delfos. Esfingie
Delfos. Estadio
Delfos. Teatro
Delfos. Templo de Apolo.
La Argólida. Acrópolis. Puerta de los leones.
La Argólida. Acrópolis de Agamenón. Tumba real
Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón
La Argólida. Teatro de Epidauro
Canal de Corintio
Isla Aegina. Templo de Alphe


Una de las ilusiones de mi vida ha sido conocer Grecia, cuna de nuestra civilización y de la democracia. Mis primero contactos con su literatura fueron en mis estudios de bachillerato, estudiando la lengua griega clásica y traduciendo algunos de sus autores. Posteriormente, en mis estudios de filosofía, tuve la oportunidad de acercarme al pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles, que me ayudaron a formar mi mentalidad juvenil. Eran personajes, que después de tantos siglos, seguían gozando de gran  prestigio y admiración.

Al visitar estos monumentos, tienes una sensación agridulce, por una parte has conseguido un sueño, pero por otra, solamente encuentras ruinas. El pueblo griego no ha sabido o podido conservar este riquísimo patrimonio artístico, sobre todo los monumentos de la época dorada de Pericles. Es verdad que hoy tenemos otra mentalidad, y que no la podemos trasladar a tiempos pasados, en los que el problema principal era la subsistencia.

Al estar en los escenarios históricos donde tantos personajes desarrollaron su vida, no podía menos que abstraerme del tiempo y compartir, mentalmente, mi vida con los personajes que habían deambulado por aquellos recintos: Pericles, Eurípides, Sófocles, Esquilo, Fidias ..... y muchos otros. En el magnífico y grandioso teatro de Epidauro, con una buenísima acústica, el monumento mejor conservado de los que visité, me imaginada la representación de las obras de los grandes trágicos. En esos momentos me dominaba una dualidad temporal distanciada por veinticuatro siglos, mi cuerpo y mi mente estaban divididos y separados, hasta que la voz del guía volvía de nuevo a unirlos.



       A la Acrópolis de Atenas

Siento alegría y tristeza al contemplaros
nobles ruinas de un pasado glorioso,
alegría por la historia que vivisteis,
tristeza por vuestro estado ruinoso

Si Pericles levantara la cabeza
y mirara el Partenón arruinado,
a los dioses del Olimpo increpara
por haber permitido tal estado.

Dejad que, triste, haga una trampa al tiempo,
que me traslade, por unos instantes,
como en un sueño, a siglos postreros,
y vivir las maravillas reinantes.

Tu saliste de las manos de Fidias
partenón dórico, de mármol albo,
áurea morada de Atenea Partenos,
templo excelso, santuario y lugar sacro.

Marmóreo pentélico Erecteión
y de orden jónico,te hizo Filocles,
Cariatides en el pórtico sur
y ágora de disputa de los dioses.

Mnesicles, genial arquitecto ideó
los Propíleos, monumentales pórticos
y entrada occidental de la acrópolis,
parecen fachadas de templos dóricos.

Siento las melodías de aquellos tiempos
sonar en El odeón de Herodes ático,
y hasta sus cítaras y arpas resuenan
en un concierto histórico y cromático.

Las tragedias de Sófocles recuerdo,
e imagino a los cómicos declamar
en el teatro del errante Dioniso,
y sus gradas, como oyente, ocupar.

Con destructora y diabólica semilla
sembraron tu vientre los otomanos,
y en la barbarie de la dura guerra,
te la explosionaron los venecianos.

Las aves de rapiña te asaltaron
llevándose en sus garras tus tesoros,
Cariátides y frisos se llevaron,
levantando su vuelo presurosos.

Después de este fantástico periplo
resignado vuelvo a la realidad,
acrópolis, te observo como eres,
aunque anhelo recobres tu beldad.