miércoles, 23 de junio de 2010

Mañanas de S.Juan

Día de San Juan en Pozoblanco.

La fiesta recorre el pueblo
con toques de campanillas,
pues San Juan está dormido,
ya se arreglan las mocitas.

Hoy las vacas están mudas,
pactan, comiendo tranquilas,
y las colleras de mulas,
los chicos, hoy, las requisan

El cencerro del carnero
que la manada domina,
el chico del mayoral
en la plaza lo repica.

Los chicos han madrugado,
ya se forman las cuadrillas
cargados con los cencerros y
y también con las esquilas.

Los campos guardan silencio,
las calles, mucho, se animan,
los niños van repicando
cencerros y campanillas.

Porque quieren despertar
con sus sones, este día,
a San Juan, que está dormido,
y a los juanes de la villa.

Muero todos los días

No me muero en un instante,
me muero todos los días,
el tiempo no vuelve atrás,
él se lleva nuestras vidas.

Barquero de naves fúnebres.
¿A dónde triste caminas,
tocarás también mi puerto?
¿O esta vez también me olvidas?

Pero aunque pases de largo,
conservas en tu mochila
los frutos que le has quitado
a la planta de mi vida.

Aunque quisiera ser libre
y disponer de mi vida,
como vencido vasallo,
tributo todos los días.

Mi tesoro ya se agota
mis doblones se terminan,
y mis arcas, con el tiempo,
las tengo casi vacías.

Y yo con paciencia, espero,
que retrases tu visita
y que mi último óbolo
cobres, sin ninguna prisa.

Urge cambiar la ley electoral.

Cuando salimos de la dictadura, todos nos propusimos, con una gran dosis de buena voluntad y flexibilidad, contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a construir una democracia, que fuera la casa de todos, los políticos estuvieron a la altura de las circunstancias y cedieron de parte y parte para llegar a un consenso común.

Fueron muy generosos con las minorías políticas, y les concedieron la posibilidad de entrar a formar parte de los gobiernos de la nación, porque era de prever que se daría el caso de que ningún partido sacara, en las elecciones, mayoría absoluta. Elaboraron una ley electoral muy favorable a los nacionalismos, sin segunda vuelta, que los hubiera dejado sin la posibilidad de participar en el gobierno.

Incluso, a los ciudadanos de a pie, guiados por la buena voluntad, y a posteriori, tendría que decir que pecamos de ingenuidad, nos pareció buena esta ley, porque podría evitar gobiernos monolíticos, que cayeran en la tentación de gobernar con mano de hierro. Pero con el tiempo, la generosidad y la buena voluntad de las minorías se han esfumado, y han sido sustituidas por el egoísmo y el separatismo, y usan estas generosas concesiones para chantajear al gobierno, y van minando poco a poco el edificio del estado, en provecho de sus ideologías egoístas y a veces también secesionistas, sin pensar para nada en el bien común de los ciudadanos de la nación.

Las cosas han cambiado mucho, y la única forma de acabar con esta inestabilidad y sangría del estado, es elaborar una nueva ley electoral, donde se contemple una segunda vuelta, en el caso de que en la primera no saliera una mayoría absoluta, que le diera estabilidad al gobierno. En democracia, con todos los respetos, ha de prevalecer la voluntad de la mayoría y nunca que una minoría imponga la forma de regirse a la mayoría.