miércoles, 25 de enero de 2012

Río Guadalquivir

He bebido claras aguas
de tus fuentes cristalinas,
espejos de blanca plata
donde la sierra se mira.

Te he visto crecer infante
corriendo por la colina
y acrecentar tu caudal
con arroyuelos de cima.

Aunque muchos calendarios
han pasado por tu vida,
en las sierras de Cazorla
renaces todos los días.

Bajas del monte cansado
y en la llanura respiras,
escudriñando a tu paso
ciudades y blancas villas.

Y con tus aguas refrescas
la sed de verdes olivas
que alineadas en tu valle
conservas y fertilizas.

Guadalquivir por ser árabe,
Tharsis los griegos nominan
al Betis de los romanos,
para nosotros eres vida.

Arcos de trinfo te erigen
en Córdoba la morisca,
y el puente viejo al pasar
con sus sillares se inclina.

Cansado de navegar,
cuando llegas a Sevilla
dejas que surquen tus aguas
gigantes peces sin vida.

Te diriges a Sanlúcar,
pero ya no tienes prisa,
y tus aguas se recrean
dibujando las marismas.

Llegas al fin, sosegado,
tranquilo, tras travesía
de montañas y llanuras
y abrazado al mar terminas.