miércoles, 25 de mayo de 2011

Tristeza

No me preguntes por qué estoy triste
porque no sé darte una clara respuesta,
es un estado angustioso, asfixiante,
que se apodera de mis sentimientos,
que tiende sus brumas por el aire que respiro
y enfría y congela mis aspiraciones y ganas de vivir.

Algo me falta que me deja un vacío sin llenar,
y que succiona mi espíritu y lo encoge,
condensando el  malestar
y sembrando de nostalgia mi memoria.

Quisiera deshacer los caminos recorridos
en la penumbra de una vela mortecina,
que no me dejaban ver con claridad
las sendas que iba recorriendo,
con paso cansino, como un autómata
al que  mueve un resorte mecánico.

Quisiera dar marcha atrás,
pero el tiempo no entiende de retrocesos,
es una mercancía que no admite devolución,
sólo te queda la nostalgia de lo que pudo ser y no fue,
porque ya es tarde para comenzar de nuevo.

No he conseguido metas,
sino paradas para continuar de nuevo
por las sendas ajenas, ya trazadas,
custodiado por guardianes invisibles,
para que no pudiera coger ningún atajo
que me llevara por caminos diferentes.

Paso de la inanición y el silencio
a la agitación, provocada por acordes estridentes
de sinfonías engendradas por el tedio,
que descargan su percusión violenta,
silenciando las inspiradas melodías.

Mas nunca aflora la alegría en mis días grises,
que incrementan mi malestar, y cada vez
veo que este personaje lúgubre, vestido de negro,
sin rostro, sustituido por una desdibujada mueca,
se adueña más y más de mi vida. Es la tristeza