En un ambiente político amoral, donde se comulga con ruedas de molino, donde hay listillos que se llevan grandes cantidades de dinero del erario público y que jamás devuelven, donde se vuelve a desenterrar los fantasmas del odio y de la división, donde se favorece la desmembración de un país que tanto ha costado formar, donde el chantaje político está al orden del día, por la debilidad de los gobiernos y el apoltronamiento de aquellos que se aferran a una poltrona y son capaces de sacrificarlo todo antes que perder su pedestal, donde se malgasta y despilfarra el dinero del contribuyente de hoy y el de mañana, parece ser que no hay más problema que el regalo de tres trajes.
Desde que surgió el caso Camps, he ido leyendo la información, que no ha sido poca, que nos han proporcionado los medios escritos y televisivos, pero nadie nos ha informado de toda la verdad, solamente nos han dicho que al Sr. Camps le regalaron tres trajes, porque no creo que si no existen causas más graves, que no se han dado a conocer, ni tampoco se le acusa de ello, este regalo sea causa suficiente para armar todo el culebrón que se ha montado.
Si el Sr. Camps se ha dejado sobornar, y ha correspondido con contrapartidas, del género que sean, que se manifiesten y se le acuse justamente, que se pongan sobre el tapete, y se nos informe a los ciudadanos, que en tal caso, seremos los primeros en pedir su dimisión. Pero si solamente se le acusa del regalo de los trajes, yo diría que eso es una minucia si lo comparamos con todo lo que ha pasado en nuestra democracia reciente y actual. Si no se nos oculta información, estaríamos ante un caso ridículo y demencial, impropio de una clase política madura y sensata.
martes, 26 de julio de 2011
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