Cada época histórica tiene sus formas y características propias, mientras más nos acercamos a los tiempos modernos, estas formas se van dulcificando, haciéndose menos violentas, más sutiles y menos descarnadas, pero el fondo del problema siempre es el mismo: "El hombre lobo para el hombre"
Hoy estamos cambiando, en las sociedades modernas, una serie de valores, que lo que consiguen es empobrecer éticamente a los ciudadanos. Estamos sacrificando muchos valores a cambio de poseer más cosas materiales, y esto es un grave error, porque para conseguirlo tenemos que renunciar a vivencias entrañables, a gran parte de la vida familiar, a la atención a los hijos y al cuidado de los mayores, y esto es pagar un precio demasiado alto.
Estamos metidos dentro del engranaje productivo de una sociedad dominada por el enriquecimiento de sus dirigentes económicos, sacrificándolo todo a ese gran dios todopoderoso que es el dinero. Pero este tirano no entiende de sentimientos, de afectos, de solidaridad, de justicia. El trabajo se está convirtiendo en meta, en objetivo final de nuestra vida, cuando solamente debe ser un medio para conseguir una calidad de vida más digna.
Las fábricas no dejan de producir abjetos materiales, los ingenieros no paran de inventar nuevas tecnologías para hacer la producción más fácil y eficaz, pero al final todo desemboca en el mercado, hay que vender toda esta producción. Nos han comido el coco, sobre todo a la juventud,que es más moldeable, que hay que ser modernos, que hay que estar al día, y nos lanzamos como autómatas en brazos del consumismo más irracional. Nos convertimos, sin darnos cuenta, en esclavos de un mal entendido progreso.
domingo, 15 de enero de 2012
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