lunes, 16 de abril de 2012

Hay que llamar a rebato

Hay que llamar a rebato, pero esta vez no es para ir en contra de un enemigo exterior que nos amenace, ni  para conseguir objetivos políticos partidistas, ni tampoco para hacer una guerra de ideologías, es para poner a prueba, alguna vez, en la historia de este país, que somos capaces de unirnos todos y remar en una única corriente, la corriente de crear empleo.

No nos valen las luchas de los sindicatos contra la patronal, ni las convocatorias de huelgas trasnochadas, ni la cerrazón empresarial, defendiento intereses insolidarios, ni los despilfarros de los gobiernos, ni los gastos en infraestructuras infrutuosas, ni la picaresca de la economía sumergida, ni la pasividad y bajo rendimiento en el trabajo. Todos a porfía tenemos que poner nuestro granito de arena para salir de este pozo sin fondo y que vuelva a aflorar de nuevo ese antiguo castigo bíblico, que hoy no es tal castigo, llamado trabajo.

La sociedad no puede perdonar a nadie que no se mueva en este sentido, ni partidos políticos, ni sindicatos, ni empresarios y muchísimo menos a los que nos gobiernan. Es hora de dejar las ideologías aparte y arrimar todos el hombro en la parcela que nos ha tocado. No voy a tocar la fibra del patriotismo bien entendido, que a otros pueblos le serviría de acicate, porque los aires que corren en esta pobre democracia no quiere entender nada de valores patrios, tremenda equivocación, pero real.

Hay que remover todos los recursos de la nación, montar un sistema fuerte de inspección que persiga
todo incumplimiento fiscal, agudizar el ingenio a la hora de emplear el dinero público, no hacer estruturas muertas, improductivas. Hay que hacer una pausa en ciertas actividades no rentables y atender, mientras dure esta situación, las actividades creadoras de empleo, así saldremos de la crisis.