domingo, 6 de diciembre de 2009

Noche

Espero que la noche llegue pronto,
que mis sentidos se adormezcan,
que no haya obstáculos que impidan
que la inspiración avive las conciencias.

Que no haya ruidos que distraigan mi pensar,
ni voces que apaguen la fonética,
ni palabras que borren mi añoranza,
ni luces que mi camino ciegan .

Siento tu contacto en el ambiente,
sutil hilo de voz que al oído alcanza,
que inspira, en la sombra, mi destino
orientación final para mi alma.

Quietud, que enmudezcan las sirenas,
que a los espíritus atronan y atormentan,
carrusel de vértigo que inunda
el sosiego, la paz, y las conciencias.

No hay sintonía en las ondas
que atraviesan los espacios,
interferencias impiden tu presencia,
sensación de vacío me domina,
esperando que llegue la clemencia.

Los amores se engendran en la noche,
sin bullicios, silenciosos y discretos.
Los susurros de los labios cariñosos
suenan quedos mitigados y en silencio.

No hay luces que aclaren las tinieblas
en mi mundo interior desesperado,
es el sentir de tu grata presencia
quien mitiga la inquietud que se ha creado.

Siento conciertos celestiales en la noche,
instrumentos tocados por ángeles divinos,
no hay trompetas ni trombones bulliciosos,
todo es piano dolce que llega a mis oidos.

A la calle Pedrajas.Pozoblanco





He vuelto a verte de nuevo,
mi Pozoblanco querido,
mi ausencia ya era muy larga
pero pequeño mi olvido.

Mis ancestros naturales
de este pueblo distinguido,
mi nacimiento y niñez
en sus calles he vivido.

Vuelvo a mi calle Pedrajas
después de un cuarto de siglo,
extraño me siento y solo,
ya no conozco este sitio.

Tus fachadas y tus losas
ya no son las de granito,
las personas que me encuentro
no las conocí de niño.

Y llego al número treinta,
la casa donde he vivido
ni la fachada ni puerta,
todo ya está en el olvido.

No me quedó mas remedio
que recordar las vivencias,
años pasados también
para personas y piedras.

En esta calle jugaba
con la pelota de trapo,
en las losas con las chapas
y a los bolos en verano.

En la esquina ya no está
la tienda de ultramarinos,
con las bolitas de anís,
atracción de aquellos niños.

Cuando llegaba el estío
en las noches calurosas,
las mujeres con sus sillas
salían a hablar de mil cosas.

Las niñas con sus canciones,
formaban corros bailando,
y todas se divertían
con los romances cantando.

Los niños juntos jugábamos
también en el torilejo,
y los plomillos fundíamos
del horno de los Poleos.

Cuántos recuerdos pasados,
vividos en Pozoblanco,
la niñez nunca se olvida,
es tu cimiento y tu marco.