En mi paseo matinal por el Puerto de la Cruz, paso todos los días por la calle Zamora, que lleva en obras no sé cuánto tiempo, porque aquí las obras duran una eternidad. Ahora ha venido la moda, en las calles que arreglan, de suprimir las aceras existentes, y esto es un grave error. Las aceras son una defensa contra los coches y contra el agua de lluvia, y estas dos defensas parece que los nuevos técnicos las han olvidado. En esta calle, en el mirador de la Punta del Viento, la inclinación del suelo la han dirigido hacia las casas situadas enfrente de dicho mirador, con lo cual, el agua de lluvia inundará dichos locales en cuanto que llueva con cierta abundancia.¿Esto no lo ven los técnicos? ¿Hay que esperar a la inundación, con sus correspondientes daños y perjuicios, para que se den cuenta de ello?
En el mirador han colocado una serie de bancos, ya que es un sitio agradable para sentarse y tomar el sol, como así lo hacen muchas personas, esto está bien y es de agradecer, pero lo que no está tan bien, sino que yo diría que está muy mal, es que junto a los bancos han puesto, pegadas a ellos, unas papeleras donde se deposita toda clase de basura, y claro, sentarse junto a un basurero no tiene nada de agradable ¿ Es pedirle mucho a los directores de esta obra, que coloquen las papeleras retiradas de los bancos, ya que ellos no han caído en ese detalle? Espero que así lo hagan. Un ciudadano del Puerto de la Cruz.
martes, 9 de noviembre de 2010
Pena
Siento en mi alma una pena
que recome mis entrañas,
al contemplar impotente,
la miseria que acompaña
a niños abandonados
en basureros sin alma,
sin sentimientos que inunden
a los padres de la patria.
Aquellos que velar deben
por cultivar a la infancia,
e insensibles la abandonan,
sin un rayo de esperanza.
Rodeados de miseria,
sin cobijo de una casa,
sin tener lo necesario,
que los demás despilfarran.
Mis sentimientos de hombre
se rebelan cuando mandan,
por soberbia y por orgullo,
sin atender a la infancia.
Corazones insensibles
cuando las riquezas gastan
en guerras y destrucción
rompiendo toda esperanza.
Sacrifican a los hombres
para engordar su arrogancia,
creyéndose soberanos,
dueños de vidas y patrias.
Parece que han olvidado
la más sencilla enseñanza:
que solos no pueden nada,
su poder es de las armas.
No entiendo cómo se puede
gastar en muerte malsana
lo que le daría la vida
a esta abandonada infancia.
que recome mis entrañas,
al contemplar impotente,
la miseria que acompaña
a niños abandonados
en basureros sin alma,
sin sentimientos que inunden
a los padres de la patria.
Aquellos que velar deben
por cultivar a la infancia,
e insensibles la abandonan,
sin un rayo de esperanza.
Rodeados de miseria,
sin cobijo de una casa,
sin tener lo necesario,
que los demás despilfarran.
Mis sentimientos de hombre
se rebelan cuando mandan,
por soberbia y por orgullo,
sin atender a la infancia.
Corazones insensibles
cuando las riquezas gastan
en guerras y destrucción
rompiendo toda esperanza.
Sacrifican a los hombres
para engordar su arrogancia,
creyéndose soberanos,
dueños de vidas y patrias.
Parece que han olvidado
la más sencilla enseñanza:
que solos no pueden nada,
su poder es de las armas.
No entiendo cómo se puede
gastar en muerte malsana
lo que le daría la vida
a esta abandonada infancia.
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