Escalando por la cinta
teñida de negro asfalto,
serpiente que quiebra el bosque
por su cumbre cabalgando,
visita lugares bellos
de monte verde poblados,
coronados por pinares
de esbelto pino canario.
Pero en mitad del camino,
los alisios han formado
un palio de blanco lino
sobre el valle colocado.
Es estación de querubes
que volando los espacios
descansan cuando se sienten
con fatiga y agotados.
Las nubes quietas se quedan
mirando el valle encantado,
en éxtasis que las duerme
fundidas en un abrazo.
No acompañan a los vientos
por los cielos estrellados,
han encontrado su oasis
y en el valle se han quedado.
Acarician con primor
regalando, con agrado,
vitalidad a las hojas
sedientas, en el verano.
Dulcifica con su sombra,
va mitigando los rayos,
dardos ardientes que lanza
Helios en su trono claro.
Mar de olas espirales
por ti, no navegan barcos,
sólo hay sembrado algodón
en la extensión de tu campo.
domingo, 23 de mayo de 2010
El viejo payaso
Todos se ríen de su cara,
del maquillaje que lleva,
de su nariz puntiaguda
de su sonrisa grotesca,
de sus saltos al andar
de sus caídas de pega,
de las parodias que hace
subiendo por la escalera.
No pronuncia una palabra
cuando trabaja en escena,
el semblante es su lenguaje,
con él, callado, se expresa.
Su sonrisa más parece
una mueca que da pena,
pues la alegría ya voló
lejos de su cara tierna.
Sus gestos exagerados,
sólo sorprender intentan
a los niños que lo miran
con candidez y sorpresa.
Nadie conoce el sentir
de este payaso de cera,
con apariencia de hombre
y es solo una marioneta.
Así aparece irreal
en el centro de la escena,
personaje de ficción
que el circo nos manifiesta.
Pero todo es fantasía,
la vida es muy diversa,
el viejo payaso sufre
sumergido en la tristeza.
Todos dijeron adiós
al circo de candilejas,
pero el payaso no tiene
ni casa ni quien le quiera.
Resignado con su sino
en su vejez ya se adentra,
las fuerzas le están faltando
sólo el circo lo sustenta.
Una mañana de abril
entrando el sol por sus rejas
caballero en un corcel
se dirige a las estrellas.
Desde entonces en los cielos
un nuevo lucero cuenta,
con maquillaje de clon,
que divierte a los planetas.
del maquillaje que lleva,
de su nariz puntiaguda
de su sonrisa grotesca,
de sus saltos al andar
de sus caídas de pega,
de las parodias que hace
subiendo por la escalera.
No pronuncia una palabra
cuando trabaja en escena,
el semblante es su lenguaje,
con él, callado, se expresa.
Su sonrisa más parece
una mueca que da pena,
pues la alegría ya voló
lejos de su cara tierna.
Sus gestos exagerados,
sólo sorprender intentan
a los niños que lo miran
con candidez y sorpresa.
Nadie conoce el sentir
de este payaso de cera,
con apariencia de hombre
y es solo una marioneta.
Así aparece irreal
en el centro de la escena,
personaje de ficción
que el circo nos manifiesta.
Pero todo es fantasía,
la vida es muy diversa,
el viejo payaso sufre
sumergido en la tristeza.
Todos dijeron adiós
al circo de candilejas,
pero el payaso no tiene
ni casa ni quien le quiera.
Resignado con su sino
en su vejez ya se adentra,
las fuerzas le están faltando
sólo el circo lo sustenta.
Una mañana de abril
entrando el sol por sus rejas
caballero en un corcel
se dirige a las estrellas.
Desde entonces en los cielos
un nuevo lucero cuenta,
con maquillaje de clon,
que divierte a los planetas.
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