viernes, 30 de abril de 2010

La borrasca

Triste se presenta el cielo,
cierra sus ojos de plata,
la luz la secuestra el sol,
suelta las sombras opacas.

Se pone su manto negro
que la noche se lo guarda,
y enfurecido y terrible
los elementos desata.

El mar se ha dado la vuelta
sus aguas la tierra baña,
torrentes embravecidos
se forman en las montañas.

Ya no se observan los ríos,
el agua su cauce tapa,
en lagos se han convertido
han transformado su cara.

Silban agudos los vientos,
resopla la tramontana,
la arboleda se defiende
del huracán y su saña.

Las ráfagas de metralla
que lanzan las nubes pardas
van sembrando de esqueletos
a los arbustos que alcanzan.

El mar encrespa sus olas
como gigantes de agua,
y arrebato de combate
contra los marinos lanza.

Los barcos amarran velas,
ponen su popa orientada
para cortar con su proa
las olas que le amenazan.

Zeus demuestra su potencia
con fuego y rayos que lanza,
rompiendo por un instante
los cielos, por donde pasa.

Zarandea con los truenos,
y su potencia no humana,
las colunmas que sostienen
la cúpula que nos guarda.