miércoles, 29 de septiembre de 2010

Y llegó el día de la huelga.

Esta mañana me he levantado temprano, porque tenía varios asuntos pendientes que solucionar. Me entró la duda de si la huelga me impediría hacerlos, pero no, todas las entidades donde acudí estaban funcionando normalmente, y es que los ciudadanos van por delante de los sindicatos en valorar qué medidas son eficaces para resolver los problemas de la sociedad y qué medidas se han quedado obsoletas y son del todo ineficaces. Pero los sindicatos no quieren enterarse, y dicen las malas lenguas, que no quieren hacerlo y cambiar de postura, porque la que tienen ahora es muy cómoda: una huelga, una manifestación, una pitada por las calles, unas pancartas, y a cobrar de un gobierno generoso.

   El trabajo sindical, hoy día, tiene que estar encaminado a resolver el mayor problema que tiene la clase trabajadora, que como todo el mundo sabe, no es otro que el desempleo, y esto no se arregla ni con huelgas ni con alharacas callejeras, sino con trabajo, colaboración, diálogo y exigencia con las empresas. La huelga es una manifestación decimonónica, que hoy día, es del todo ineficaz, porque al día siguiente las cosas siguen igual o peor. Mientras queramos dar solución a los problemas con medidas inapropiadas, seguiremos siendo un país donde las cosas seguirán sin funcionar.

   Aunque no comulgo con huelgas, pero como es un derecho recogido en la legislación vigente, las respeto. Lo que no se puede tolerar es que los señores huelguistas arrebaten los restantes derechos de los ciudadanos, cortar carreteras y calles, amenazar al que no quiera secundar la huelga y otras muchas medidas de presión que toman en contra de la ley y de la libertad de los ciudadanos. La huelga es un derecho, que libremente puede ejercer la ciudadanía, pero no una imposición sindical.

   El resultado, que tanto sindicatos como gobierno nos dan, es de lo más grotesco, cada uno infla su globo al máximo, con peligro de que se estalle, y pincha el del contrario. Ni uno ni otros dicen la verdad. Para mi solamente me serviría el resultado que contabilizara a los ciudadanos que libremente han secundado la huelga, no los que han cerrado su negocio por amenazas y miedo a que le rompan los cristales, o porque no les dejan sacar las guaguas de sus garages.

   El descontento que toda España siente por la mala situación actual y la mala gestión del gobierno no se soluciona con una huelga.