A veces las ideas abstractas, puras, impolutas, son eso solamente, ideas, pero cuando se trata de llevarlas a la vida real, muchas veces no funcionan.
Cuando uno peina canas, y no muchas, y reflexiona sobre la actualidad, a la luz de la historia, sin olvidar nunca que ésta es una buena maestra, aunque haya muchos discípulos que no quieran aprender sus enseñanzas, y caigan de nuevo en los errores de sus antepasados, se decanta uno por aquello que, aunque idealmente no sea lo más perfecto, sí ha resultado ser lo más práctico.
En estos días corren nuevos vientos republicanos. En la transición la izquierda, ideológicamente republicana, admitió la monarquía como un mal menor, para que fueran legalizados todos los partidos, incluido el comunista, pero esos tiempos y esas circunstancias se han olvidado ya. Los que tratamos de apartarnos lo menos posible de la lógica y la racionabilidad, admitimos que en una democracia la monarquía no tiene más justificación que el que sea aceptada libremente por el pueblo, no vale el derecho de sucesión sin la aceptación popular.
Hoy por hoy, el problema de España no es la monarquía, sino la clase política. No es la monarquía la que nos ha llevado a esta crisis, sino los malos políticos que han pecado de acción y omisión. Los detractores de la corona magnifican cualquier sombra que proyecte la figura real para denigrarla y hacerla impopular y de esa manera tratar de implantar su deseada república.
No podemos olvidar que las dos veces que en España ha habido un gobierno republicano, las cosas no han funcionado bien.La efímera primera república terminó, casi antes de empezar, por su inestabilidad institucional, cuatro presidentes del ejecutivo en poco más de un año.La segunda república no fue capaz de velar por el orden y la convivencia social. Los crímenes, la quema de conventos, los excesos callejeros, los desórdenes de toda clase propiciaron una guerra civil que duró tres años y que terminó con un largo período de dictadura.
Aunque racionalmente, la república está más que justificada, no podemos olvidar que es la voluntad popular la que tiene que optar por una u otra forma de estado, y hoy por hoy opta por la monarquía, que ha contribuido muy positivamente a que gocemos del mayor período de paz y concordia de nuestra historia. Monarquía o república no es lo más importante. Los países más prósperos de Europa, unos tienen república y otros son monárquicos.Lo que importa es que los gobernantes sean honestos y eficaces.
martes, 16 de abril de 2013
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