martes, 2 de marzo de 2010

Envidia

No es arrogante en la vida
el que luces ve más lejos,
su visión no disimula,
ni la oculta, por complejo.

La expone para que alumbre,
con sencillez y gracejo,
a los que quieran oírla
y enterarse de algo nuevo.

Mas salen los envidiosos,
resentidos, con complejo,
a romperle los fusibles
para no ver su talento.

Las críticas aceradas,
los comentarios ligeros
quieren minar aquel árbol
que se ve desde lo lejos.

No toleran la araucaria,
pero tampoco los tejos,
monte bajo para todos
cultivan con su complejo.

No cultives, laborioso,
con sapiencia tu intelecto,
ni sobresalgas por nada
entre gente sin talento.

Sus mitos los crearán
para que tiren de ellos,
pero que no sobresalgan
ni tengan valores nuevos.

La envidia tiene su nido
en los más bajos deseos,
raquíticos corazones
que sólo buscan defectos.

Ve sombras si luce el sol,
y en la Luna ve defectos,
y si las las estrellas brillan
sólo las encuentra lejos.


No te engañen los deseos

No te engañen los deseos
que tengas para tu vida,
no son siempre realizables,
ni posible su acogida.

Muchas veces convertimos
en real, lo que anhelamos,
dando un paso en el vacío,
sin demostrar lo afirmado.

No toleramos verdades
que limiten nuestra vida,
buscamos cómo esquivarlas
con excusas y mentiras.

Queremos tapar lo ingrato
con una capa ignorante,
antes que afrontar conscientes
la verdad en cada instante.

Porque es humano ignorar
lo que no tiene remedio,
si además viene cargado
de dolor, tristeza y tedio.

Lo que a diario vivimos
no damos por natural,
no queremos admitir
que la vida es temporal.

Nos inventamos teorías,
creencias y aspiraciones,
buscando como salir
airosos en estos trances.

Pero la ciencia nos dice,
y confirma con ejemplos
la realidad de la vida,
lo demás sólo es deseo.

Los deseos no crean nada,
no es éste su fin supremo,
somos meros expectantes
dentro del gran universo.