viernes, 29 de marzo de 2013

El rosal



Deja que crezca el rosal,
que sus tallos se derramen,
que trepe por la araucaria
o se sostenga en los sauces.

Que se expanda por la tierra,
que sus espinas desgarren
la piel verde de los musgos
o a los helechos se agarren.

Que sus hojas reverberen
antes de caer la tarde,
y que giren con el sol
hasta que su luz se apague.

Que sus brotes resuciten
y se asomen a la calle,
y sus capullos se abran
hasta que llegue la tarde.

Que broten sus rosas rojas
y que el camino engalanen,
que su perfume se expanda
y se mezcle con el aire.

Dejad que todo sean rosas,
símbolos de amor constante,
que aunque marchiten sus hojas
nunca podrán olvidarse.