domingo, 28 de febrero de 2010

Dos luceros

A mis ángeles bonitos
Sergio y Pablo, en el
segundo cumpleaños de éste.
La Orotava 25 de Febrero 2010.

Su abuelo Juan


Nadie me hace sentir
fuera de mis pensamientos
como la alegre cascada
de la risa de mis nietos.

Sus juegos y correteos
sus palabras, con gracejo,
me secuestran, complacido,
y con ellos me recreo.

Solicitan mi atención
con ademanes y gestos,
y su lenguaje infantil
melodioso canto, siento.

Llenan la casa de ruido
en el fragor de sus juegos,
resonancias celestiales
que tocan ángeles buenos.

Sus manitas cariñosas
acarician, y entre juegos,
las frases van desgranando,
bálsamo de terciopelo.

Sus besos, flor de inocencia,
contagian, hasta el extremo,
de sentir que te han besado
dos ángeles, en secreto.

No se alimentan de rosas
ni tampoco de romero,
son mariposas que liban
cariño, amor y contento.

Cuando les digo el adiós,
cuando yo a mi cada vuelvo,
sus caritas de corales
en mi pensamiento llevo.

Que me perdone el creador
del grandioso firmamento,
por robarle dos luceros
de la cúpula del cielo.

No viremos la cabeza

No viremos la cabeza
si nuestra atención reclama
el huérfano de la guerra
que la vida le arrebatan.

No viremos la cabeza
ante los pueblos que claman
bienestar para sus cuerpos,
libertad para sus almas.

No viremos la cabeza
ante el dictador que mata,
que se adueña de los pueblos
y a los que impune masacra.

No viremos la cabeza
ante el mendigo que llama
a nuestras cómodas puertas
y una limosna reclama.

No viremos la cabeza
ante el enfermo, en su cama,
que nos pide compañía
con su mirada empañada.

No viremos la cabeza
si consuelo nos demanda
el que triste y solo vive
con soledad en el alma.

No viremos la cabeza
si nuestra mano reclaman
para ayudar al que cae,
o pasar quiere la plaza.

No viremos la cabeza
al que necesita calma
y una sonrisa nos pide
para serenar su alma.

No viremos la cabeza
a gente desesperada,
démosle un rayo de luz
que ilumine su esperanza.

No viremos la cabeza
si la injusticia demanda
que nuestras voces alcemos
condenándola sin pausa.

No viremos la cabeza
ante la ambición malsana
de los que privan al pobre
de los bienes que trabaja.

Sentir con otro se llama
compasión entre dos almas,
no es lástima ni tristeza
es amar con las entrañas.