viernes, 19 de marzo de 2010

Comunicación

Abre tu puerta al que pase
o te encuentre en el camino,
el espíritu se expresa
sin lenguas ni prejuicios.

Una sonrisa espontánea,
al que pasa por tu sitio,
es mucho más elocuente
que mil gestos sin sentido.

La humanidad se empobrece,
los hombres, con sus vecinos,
han guardado las palabras
que antaño, los tenía unidos.

Ahora, dentro de las casas,
solamente recibimos
imágenes y mensajes
de seres de acero y litio.

Hemos perdido la gracia
de sentir, muy complacidos,
las entrañables palabras
de vecinos y de amigos.

Hemos creado barreras,
aunque no sean de hormigón,
en las calles y ciudades
encerrando el corazón.

Las palabras enriquecen,
consuelan, borran rencores,
aclaran mal entendidos,
expresan dulces amores.

Los lazos de la amistad,
encontrados sentimientos,
unen nobles voluntades
y acrecientan los deseos.

La distancia es desunión
que lleva a la indiferencia,
a no sentir por el otro
amor, sentimiento o pena.

Comunicarse es vital,
es hilo que une, de veras,
a los hombres, y fomenta
que la paz reine en la Tierra.