jueves, 25 de febrero de 2010

No quiero ser pedestal.

Hay gentes que no merecen
que gastemos nuestro tiempo
en sentirlas ni juzgarlas
ni darles consentimiento.

Sólo quieren de nosotros
emplear nuestro talento,
y usar como trampolín
para saltar aun más lejos.

Nos cuentan como guarismos
en las cuentas de sus sueños,
mercancías muy valiosas
que amontonan con empeño.

Pedestales ideológicos
que sirven de lanzamiento
de escaladores que sueñan
con subir hasta los cielos.

No nos prestemos, ingenuos,
a ser parte del cortejo
de reyezuelos que engañan
a los hombres y a los pueblos.

Ideas que sacrifican
libertad, paz y el contento
de los simples ciudadanos,
engaño llevan por dentro.

No convencen con teorías,
ni con palabras sin cuento,
pues no ofrecen realidades
que llenen nuestros deseos.

También cantos de sirenas
cautivos quieren prendernos,
ofreciendo candilejas
que nada tienen por dentro.

Apariencias engañosas
formas pintadas, hoy veo
que no tienen contenido
ni expresiones de talento.

No esperes dádiva humana
sin intereses, que luego,
pagarás precio muy alto
aunque pagues sin dinero.

Libre serás si en tu casa
dejas las puertas abiertas,
además de las ventanas,
al trabajo y a la ciencia.