lunes, 26 de diciembre de 2011

La sirenita de plata

Todos los días me la encuentro,
la sirenita de plata
no está varada en la arena,
está en la calle  Quintana.

Sale del cercano mar
y en la plazuela recala
con su larga cola azul
de innumerables escamas.

Su cara tiñe de blanco,
es joven cual la mañana,
y sus ojos destellean
fulgores de luz temprana.

No cautiva a marineros
ni canta con su voz clara,
entretiene a los turistas
que la rodean con sus cámaras.

Los flashes copian al rayo
el fulgor que desparraman
para dibujar con luz
la sirenita encantada.

Vuelve a la mar por la noche
a sentir sus aguas claras
y descansar complacida
en blando lecho de algas.