miércoles, 30 de enero de 2013

La alcancía y la feria



Todo el año ahorrando
dinero para la feria,
metiéndolo en la alcancía,
esperando si ésta llega.

Perras gordas y reales
y alguna que otra peseta
y también las perras chicas,
todo vale "pa" la feria.

Los domingos y festivos,
los padres y las abuelas
algunas perras nos daban
para gastar en la fiesta.

Ahorrábamos con esmero,
aunque mucho nunca era,
metiéndolo en la alcancía
hasta que llegue la feria.

Si ayudando a algún vecino,
nos donaba alguna perra
enseguida la guardábamos
en la hucha de madera.

Jugábamos a los bolos
al llegar la  primavera ,
y hacíamos nuestros negocios
poniéndolos a la venta..

Todo para la alcancía,
nos esperaba la feria,
los caballitos corriendo
y el carrusel de primera.

El circo con sus payasos,
el domador con sus fieras,
el trapecista saltando,
el tambor y las trompetas.

Los tratos de los gitanos,
el tablao con sus ventas,
queriendo pasar por joven
una yegua que es muy vieja .

El turronero paciente,
con su mesa de madera,
y los  bloques de turrón
macizos como las piedras.

Los vendedores de botas,
capotes y mantas gruesas,
y los que vienen del campo
sus precios les regatean.

En las corridas de toros
estábamos a la espera,
porque en el último toro
la puerta quedaba abierta.

Caramelos y arropías
todos valen una perra,
pero la entrada de circo
te cuesta una peseta.

Cuando llegaba septiembre,
al comienzo de la feria ,
rompíamos la alcancía
y a recoger la cosecha.