Todo el
año ahorrando
dinero
para la feria,
metiéndolo en la alcancía,
esperando
si ésta llega.
Perras
gordas y reales
y alguna
que otra peseta
y también
las perras chicas,
todo vale
"pa" la feria.
Los
domingos y festivos,
los
padres y las abuelas
algunas
perras nos daban
para
gastar en la fiesta.
Ahorrábamos
con esmero,
aunque
mucho nunca era,
metiéndolo
en la alcancía
hasta que
llegue la feria.
Si
ayudando a algún vecino,
nos
donaba alguna perra
enseguida
la guardábamos
en la
hucha de madera.
Jugábamos
a los bolos
al llegar
la primavera ,
y
hacíamos nuestros negocios
poniéndolos
a la venta..
Todo para
la alcancía,
nos
esperaba la feria,
los
caballitos corriendo
y el
carrusel de primera.
El circo
con sus payasos,
el
domador con sus fieras,
el
trapecista saltando,
el tambor
y las trompetas.
Los
tratos de los gitanos,
el tablao
con sus ventas,
queriendo
pasar por joven
una yegua
que es muy vieja .
El
turronero paciente,
con su
mesa de madera,
y los
bloques de turrón
macizos
como las piedras.
Los
vendedores de botas,
capotes y
mantas gruesas,
y los que
vienen del campo
sus
precios les regatean.
En las
corridas de toros
estábamos
a la espera,
porque en
el último toro
la puerta
quedaba abierta.
Caramelos
y arropías
todos
valen una perra,
pero la
entrada de circo
te cuesta
una peseta.
Cuando
llegaba septiembre,
al
comienzo de la feria ,
rompíamos
la alcancía
y a
recoger la cosecha.