A veces yo desconfío
de la lealtad del cerebro,
de que admita a los intrusos,
a veces yo siento miedo.
De que no sepa cerrar
las puertas de mis secretos,
que se escapen, distraido,
volando a los cuatro vientos.
Que el portero que vigila
su entrada, lo venza el sueño,
y entren malvados sembrando
semillas que yo detesto.
Que se deje sobornar
por promesas de los cielos,
y venda ponga en sus ojos,
maldad y muerte en sus hechos.
Que en la infancia se apodere,
en su inmadurez , el viento,
que derrame en sus neuronas
ideas de seres violentos.
Que en su juventud ardiente,
cuando afianza el intelecto,
ya no sepa discernir
lo que es bueno o es perverso
Que los caminos se cierren,
que lo aislen, y en secreto,
no pueda ver otra luz
porque ya está casi ciego.
Tengo miedo del contagio
de modas sin fundamento,
que lo arrastren, sin tener
madurez y buen criterio.
Qué vida me espera a mi
si así es mi pobre cerebro,
¿Cómo controla mis actos
si no controla su ego?
sábado, 14 de mayo de 2011
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