domingo, 5 de agosto de 2012

Derroche, robo y mentira

Que vivimos en un país de pícaros es una constante que poco ha cambiado con el tiempo, y que ya en 1554 era fustigada esta forma de vivir en el inmortal Lazarillo de Tormes. Hoy en día, a pesar de las nuevas tecnologías, que ayudan a caminar a los invidentes, no por eso ha disminuido el número de pícaros lazarillos , sino que ha crecido y nos los encontramos por doquier.

Pero esta picaresca ha cambiado las dimensiones de su primer status, se ha asentado también en la clase poderosa : políticos, banqueros, empresarios, teniendo también su buen ramalazo en el resto del pueblo.

Esta picaresca de vivir bajo apariencias de honestidad, pero muy atentos a no dejar pasar ninguna ocasión de beneficiarse y enriquecerse deshonestamente está a la orden del día.

Esta clase política, de hecho, no ha entendido lo que es una democracia, se comporta como si fueran dueños y señores de la nación, de los bienes de sus ciudadanos, y no  simples administradores. Han invadido la hacienda pública, creando una infinidad de puestos políticos y asesores, la mayor parte de ellos innecesarios, y todos pagados generosamente con los impuestos de los que trabajan y producen riqueza. Pero no ha parado aquí la cosa. Han derrochado dinero que no tenían, entrampándose de manera irresponsable, en obras faraónicas innecesarias.

Otra característica de la clase dirigente ha sido el robo sin pudor. Han arruinado instituciones, sobre todo Cajas de Ahorros, y las han terminado de arruinar llevándose millones de euros, inventándose razones peregrinas e irracionales, para justificar esos descarados saqueos.

El único freno en una auténtica democracia es la ley, pero la clase dirigente se hace las leyes a su medida, son castas privilegiadas donde no se aplica el rasero que iguala al resto de los humanos. Muchas veces pienso que más que una democracia, lo que tenemos es una dictadura de muchos.

Y otro de los espectáculos a los que estamos asistiendo un día y otro es a vivir acompañados de una mentira tras otra. En este país todos mienten, mienten las comunidades autónomas, mienten los gobiernos, el anterior y el actual, la mentira se ha hecho moneda de curso ilegal, los políticos se han ganado , con sus hechos el descrédito y la desconfianza del pueblo, nadie se fía de ellos y mucho menos de sus palabras.