viernes, 30 de octubre de 2009

La niña del clavel rojo

A Ana, la niña del grupo, con cariño

La niña del clavel rojo
pasea triste por la plaza,
su mirada va diciendo
el cariño que le falta.

Sus ojos son dos zafiros
que en su cara se le engarzan,
lavados por mil pesares
que destila con sus lágrimas.

Mejillas de terciopelo
sonrosadas como granas,
sardónicas relucientes
que su belleza resaltan.

Corales son sus dos labios
que dulce armonía desgranan,
no escuchamos sus palabras,
con sus susurros nos basta.

Candeal de hilos finos
cubren bellas, sus espaldas,
cuando el céfiro los besa
ondulantes los resguarda.

De gacela son sus pasos,
ingrávida se desplaza,
no pisa el suelo, acaricia
los sitios por donde pasa.

La niña del clavel rojo,
todos miran su elegancia,
nadie se atreve a decir
si es diosa o si es humana.

Pero un día al atardecer,
cuando el sol se va a su casa,
aparece el clavel rojo
en un banco de la plaza.

Ya no volverá la niña
a pasear por la plaza
pues un hermoso lucero
se la llevó a su galaxia.