Hemos estado, unos años, en el ámbito económico, recogiendo lo que no hemos sembrado, gastando, a través de los créditos, el patrimonio del futuro, y esta forma de comportarse no ha sido solamente de los gobernantes, aunque también, sino de muchísimos ciudadanos, hasta que nos ha estallado la crisis en las manos. Nadie se cree hoy que la crisis ha sido parida por las hipotecas, ese ha sido un capítulo más en este lío financiero.
Pero no solamente en el ámbito económico nos hemos comportado así, también en el campo moral y ético hemos cometido el mismo error, que ya hace tiempo que estamos pagando. Queremos llevar una vida placentera, sin nada que contrarie nuestro modo de pensar y de actuar, creyendo que nos podemos permitir, por tener la misma moneda, el nivel de vida de los alemanes y otros europeos, pero no pensamos en su productividad y su eficacia en el trabajo, que es lo que les permite su nivel de vida.
Hoy nadie habla de responsabilidad, de trabajo, de eficacia, de formación humana, y esta despreocupación es la semilla que estamos sembrando en nuestra niñez y juventud. Sin poner estos medios, sin sembrar no podremos recoger una buena cosecha. Hoy todo el mundo vale para todo, y así nos esta luciendo el pelo. Claro, si para presidente de la nación y para ministro, los cargos más importantes de una sociedad estructurada, vale cualquier inexperto, sin formación y conocimientos adecuados, qué podemos esperar del resto de los ciudadanos.
jueves, 3 de noviembre de 2011
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