martes, 24 de mayo de 2011

Democracia personal.

"No vale la pena estar en el poder si no es con tus ideas y tus proyectos" (José Miguel Pérez)

Esta frase, que a primera vista nos parece natural y hasta honesta, si profundizamos en ella, llegamos a encontar la explicación de esta dualidad de democracia que tenemos en nuestro país, la de los políticos y la que desea el pueblo. Las manifestaciones que estos días se están dando en muchas capitales españolas, son consecuencia de esta dualidad.

Los políticos cuando están en el poder desarrollan sus ideas y sus proyectos, pero yo les pregunto: ¿Esas ideas y esos proyectos coinciden con los que el pueblo desea y necesita? La política en una democracia no puede ni debe ser una función personalista. Los administradores no pueden tomar determinaciones propias, sino analizar muy bien lo que en cada momento le dicta su señor, el pueblo soberano. Pero esta forma de actuar, que sería la correcta, está a años luz de la mentalidad de nuestros políticos. Ellos cuando llegan al poder se consideran dueños y señores de las instituciones y las administran como una finca particular, creándose sus propias leyes, cargadas de beneficios y privilegios.

Una autética democracia requiere un cambio de mentalidad, de actitud y de aptitud. Los que no estén por este cambio harían muy bien marchándose a su casa, dejando que otras personas más idóneas ocupen sus puestos. Pero lo dudo, porque la mayoría de los que acceden a la política lo hacen atraídos por compensaciones que en su vida laboral no tendrían. Es decir, van a servirse, no a servir, y así tenemos lo que tenemos.

Si en la clase política existiera una conciencia de servicio al bien común, tendrían que romper barreras ideológicas cuando fuera necesario. Si el PSOE y PP, cuando no sacan mayoría absoluta para gobernar, tuvieran sentido de estado, se unirían para formar un gobierno fuerte, sin chantajes de ninguna clase ni concesiones que van desangrando poco a poco la estabilidad del estado. Pero no, primero sus ideologías y en segundo lugar el bien de la nación. No han entendido el sentido de una auténtica democracia.

Hace falta una revisión de leyes, comenzando por la ley electoral, un hombre un voto, y todos los votos con el mismo valor. Listas abiertas, que los ciudadanos elijamos a los que queramos, no a los que nos presenten los partidos. Abolición de privilegios y cargos de confianza......y una serie de leyes que hay que poner al día y sobre todo al servicio de todos y no de unos pocos.