viernes, 16 de abril de 2010

Mi hermano Dámaso

El hombre es hijo del tiempo
que le ha tocado vivir,
la lotería de la vida
no se puede predecir.

Tus tiempos no fueron buenos,
tu infancia no recibió
los medios que necesita
una vida en formación.

Poco fuiste a la escuela,
no era fácil encontrar
en las escuelas del pueblo
un simple puesto escolar.

Tu interés por aprender
nunca en tu vida cesó,
fue constante en tu vivir
mas no tuviste ocasión.

Contabas muy pocos años
y ya estabas trabajando,
ganando treinta reales
de vaquerillo, en el campo.

Las huertas, en los veranos,
la aceituna y la siega
las carreteras, la grava,
trabajos que sobrellevas.

Pero un período en la mina,
sin medidas sanitarias,
secuelas deja en tu vida,
en tu salud y en tu alma.

La emigración hecha ola,
de España barre los pueblos,
y sus habitantes buscan
dónde ganar su sustento.

Madrid fue tu nueva casa,
cambiando de profesión,
educando a tus dos hijos,
criándolos con amor.

Mas tu reloj, impaciente
ingrato, se adelantó,
llámandote apresurado,
y diciéndonos adiós.

Los sentimientos nacidos
del cariño y del amor
permanecen para siempre
viviendo en el corazón.