jueves, 1 de julio de 2010

Vitalidad de la mar

La mar serena mi espíritu
en las tardes del estío,
tranquilidad en sus aguas
para trazar mil caminos.

Miro horizontes lejanos
teñidos de azúl marino,
que se abrazan con los cielos
en un abrazo infinito.

Los ángeles se reencarnan
en gaviotas, sin nidos,
y cruces van proyectando
en el espejo de vidrio.

Mi soledad se disipa
cuando tus aguas yo miro,
y una paz vivificante
inunda todo mi espíritu.

Abro la puerta a mi mente,
dando suelta, en los caminos
de la mar, que reconduce
mis pensamientos sombríos.

Ella me devuelve, puras,
con reflejos escondidos,
las sombras que yo le mando,
en intercambio de amigos.

Tu inmensidad me contagia,
grandeza siento contigo,
y arrebatada se siente
la inspiración que medito.

Me libero, con tus aires,
y mi pequeñez olvido,
pues mis sentimientos nacen
con la candidez de un niño.

Tú transformas mis vivencias,
por ti sigo los caminos
que me llevan a vivir
experiencias de mil sitios.

Siempre retorno a tu lado
cuando me encuentro vacío,
y a tu lado, mis pesares,
yo los cambio por olvido.