Varias veces he escrito en mi blog y en la prensa local sobre la inmadurez de nuestra democracia y de cómo se aprovechan los políticos de esta inmadurez para sentirse dueños y señores y gobernar y gestionar la cosa pública como les parece. El pueblo tenía el candado del miedo colocado en sus labios, la máquina del estado es muy poderosa y terrible y no es fácil hacerle frente, no para dañarla o destruirla, sino para retirarla de las manos de quienes la manejan como un arma personal y no como defensa y servicio del pueblo.
Hoy estamos asistiendo al despertar de unos grupos de ciudadanos, que si no se tuercen a izquierdas ni a derechas, no se revisten de ningún color que no sea el blanco de la verdad y la justicia, y no hacen otras reivindicaciónes que los verdaderos intereses del pueblo, de una manera pacífica, la mayoría de los ciudadanos que sentimos de la misma forma y que estamos cansados de esta manera de gestionar, no tendríamos inconveniente en nombrarlos nuestros representantes en esta labor de exigir una forma de gobernar más justa y sin privilegios.
Hay que martillear las mentes de los políticos, con manifestaciones, con mensajes, con correos, con todos los medios a nuestro alcance, para que cambien de mentalidad, y el que no esté dispuesto a hacerlo, que se marche para su casa. La democracia es del pueblo y es él el que debe dictar y aprobar sus normas por medio de sus auténticos representantes libremente elegidos entre todos los ciudadanos.
Los medios de comunicación no se están mojando mucho, antes que a la verdad sirven a los intereses de sus dueños, y éstos actúan sobre seguro, no arriesgan, están esperando a ver en qué para todo esto y apuntarse, como siempre, al caballo ganador.
Pero este movimiento de hacer una verdadera democracia es vital para una nación libre. No se puede desaprovechar la ocasión de conseguirlo, liberándonos de los que nos quieren engañar, haciéndonos creer que la misión del pueblo termina con la introducción de una papeleta en las urnas, y que después ellos manipulan según sus intereses. La historia de España ha sufrido el fracaso de la democracia, en varias ocasiones, y siempre los principales causantes han sido los mismos, los malos políticos. Hemos de salvar la democracia, pero la verdadera, la del pueblo.
miércoles, 29 de junio de 2011
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