sábado, 10 de septiembre de 2011

Helios

Helios persigue la noche,
no le gustan las tinieblas,
y a la negra obscuridad
le ha declarado la guerra.

Se asoma por la mañana
por los picos de la sierra
para emprender el camino
cuando la aurora comienza.

Su hermana Eos le anuncia
por ser señor de la Tierra,
que domina con sus rayos
y siembra la vida en ella.

En carroza de caballos
brillantes más que la seda
se pasea por los cielos
y a los humanos otea

con ojos de llama y fuego
pero nunca se le acercan,
porque su poder tendría
muy nefastas consecuencias.

Es hijo de dos titanes,
del Hiperión y de Tea,
procede de buen linaje,
y a los dioses se asemeja.

Venerado por mil pueblos:
egipcios, incas y aztecas,
que le rinden pleitesía,
soberano en su grandeza.

Con el correr de los tiempos,
los espías de la Tierra
han descubierto el secreto
que guardaba en su conciencia.

Ha perdido su deidad,
se la ha robado la ciencia,
pues sólo le corresponde
la dignidad de una estrella.