domingo, 9 de septiembre de 2012

Romance del conde Ordoño

Hacia los santos Lugares
el conde Ordoño cabalga,
su montura es piel de toro,
y sus espuelas de plata.

Caballero en su corcel,
al frente de su mesnada
va a combatir al infiel
que domina Tierra Santa

Su hacha corta los vientos
y el refulgor de su espada
lanza los rayos que ciegan
cuando refriega en batalla.

Largo camino le espera
pernoctando en las posadas
de aldeas y pueblecillos
perdidos en las montañas.

Se levanta cada día
cuando la noche se aclara,
y por sendas y veredas
 prosigue su dura marcha.

Los horizontes que otea
no son los de Tierra Santa,
aunque ya en tierra agarena
cabalga con su mesnada.

Por el camino se encuentra
con otros nobles, que tratan
de ir a Jerusalem
y batirse en las cruzadas.

Después de largo camino
llegan a la ciudad santa,
y a la mañana siguiente
entran en fiera batalla.

Alfanjes blanden los moros,
ballestas y cimitarras,
y los cristianos armados,
replican con alabardas.

Las espadas de Toledo
suenan como las campanas,
rompiendo las armaduras
que al sarraceno resguardan.

Los ejércitos se baten
con gran furor y con saña,
y el campo queda sembrado
de caballeros de plata.

El conde Ordoño combate,
es un ciclón con su espada,
y con su escudo repele
los dardos que se le lanzan.

Dos días dura la refriega
en una inmensa explanada,
y en lago de sangre roja
se ha convertido la estancia.

Ya la lucha ha terminado,
se terminó la batalla,
y el conde ya no aparece,
pues se quedó en las cruzadas.