lunes, 24 de enero de 2011

El nuevo comercio,signo de nuestro tiempo.

Cada época tiene su forma de vivir y de actuar, y es una equivocación oponerse a los sígnos de los tiempos. Y uno de estos signos es el nuevo comercio. Si a esto se le suma una adicional ventajosa en tal procedimiento, tenemos la razón por la que los ciudadanos van admitiendo estas nuevas formas de comercio que les reporta unas ventajas que el pequeño comercio tradicional no les proporciona.

Pretender que por el arreglo de las calles donde radican pequeños comercios se va a poder contrarrestar el tirón y las ventajas que ofrecen las grandes superficies, esto es hacer un análisis simplista y profundizar poco en los problemas, sacando unas conclusiones fuera de toda lógica . El pequeño comercio tiene los días contados. No es solamente la crisis, que nos afecta, la culpable del cierre de muchos comercios, es que los tiempos cambian, y los que no saben acomodarse a las nuevas circunstancias, mas bien pronto que tarde, terminan por pagar su falta de adaptación.

La comodidad que te dan las grandes superficies comerciales de poder disponer de un cómodo aparcamiento, tener variedad de productos de compra, hasta el punto que puedes adquirir de una sola vez, todo lo que necesitas para tu vida diaria, sirviéndote libremente las mercancías, te inclina obviamente a decantarte por este tipo de comercio. Si a esto añades el que encuentras unos precios más arreglados y unos productos que en otros sitios no hallas y que en caso de disconformidad con lo comprado, puedes devolverlo, sin ponerte inconveniente alguno, tenemos una suma de ventajas, que los clientes saben muy bien apreciar y que los comercios tradicionales no ofrecen.

Por otra parte, los jóvenes tienen otros criterios a la hora de comprar sus vestidos, calzado y abalorios de adorno, tienen muy definidas aquellas tiendas que les ofrecen las marcas deseadas por ellos, y estas tiendas las hallan en las galerías de las grandes superficies.

Todo cambio conlleva ventajas e inconvenientes, pero esto, en todos los órdenes de la vida, también en el comercio, y por lo tanto no queda otro remedio que aceptarlo.