Hay miradas que se expresan
mejor que muchas palabras,
que sacan al exterior
los sentimientos del alma.
Miradas de amor y encanto
que te atraen y te embriagan,
que te esclavizan ,sin grillos,
que te dominan y amarran.
Miradas de terciopelo,
suaves, dulces, diáfanas,
que penetran en tu ser
y tus sentimientos cambian.
Miradas tiernas de niño,
talismán de bella infancia,
expresión de la inocencia
en sus ojos dibujada.
Las miradas de una madre
de dulzura están cargadas,
de protección y cariño,
de comprensión y de calma.
Miradas despreciativas
inundadas de arrogancia,
del que se cree un ruiseñor
y es grajo de mala flauta.
Miradas indiferentes,
brisas que muy pronto pasan,
que no hablan tu lenguaje,
y que no te dicen nada.
Pero hay miradas malignas,
que te asustan y te amargan,
son fuegos que te dirigen
quien matar quiere tu alma.
Todo se dice y expresa
con una simple mirada,
desde la bondad divina
hasta la maldad inhumana.
sábado, 9 de febrero de 2013
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