El amor siempre es un niño
que hay que cuidar con esmero,
sin dejar que se extravíe,
que no confunda el sendero.
Es delicado retoño
muy frágil, sensible, y tierno,
y necesita el calor
en los fríos del invierno.
No admite compra el amor,
no reconoce el dinero,
es dádiva generosa
que se entrega por completo.
Pasa de normas y formas,
para nadie es extranjero,
y crece donde le place,
en erial o barbecho.
No es un trofeo el amor
conquistado en un torneo,
no se gana por la fuerza,
sólo con bondad y respeto.
Y todos los días requiere
atenciones y desvelos,
para que no se marchite
el primor del jardinero.
miércoles, 1 de mayo de 2013
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