viernes, 13 de enero de 2017

Excentricidad y superficialidad.

Hoy vivimos un fenómeno de masas un poco peculiar: la excentricidad, y la superficialidad. Para llamar la atención de la gran masa y triunfar en la vida pública y económica, hay que salirse de lo normal, de lo correcto, de lo lógico, hay que salir por los cerros de Übeda y decir o hacer lo inesperado, lo que no dicen ni hacen los demás, aunque sea un disparate. Hay una sed desmesurada de esnobismo pasajero, flor de un día. Esta práctica de usar y tirar ha llegado también al campo de la mente, de las ideas, éstas se están convirtiendo en aves de paso, que llegan hoy y mañana levantan el vuelo. No hay tiempo para la reflexión, para la formación de una mente madura. Todo está en el aire. Vivimos de improntas atemporales, extravagantes, fabricadas, con urgencia, por  mercaderes que tienen prisa en recoger sus pingües ganancias. Pareciera haberse terminado los repertorios clásicos y hay que inventar, a toda prisa, sucedáneos ligeros que no tengan peso, que no calen, que en cualquier momento, a la menor brisa, vuelen y sean sustituidos por otros, creando personalidades inmaduras y de poco calado intelectual. No en vano hemos desterrado de nuestros planes de estudio las materias formativas y humanistas, hoy nos basta con las máquinas.