viernes, 13 de mayo de 2011

Cuando la legalidad se impone sobre la justicia.-P-

Cuando la legalidad se impone sobre la justicia, es que en el fondo, de lo que se trata es de crear otra justicia bastarda, a medida de los intereses de los que gobiernan y legislan, porque de hecho, la división de poderes, en nuestra democracia, no existe. El legislativo y el ejecutivo es el mismo, y el judicial está muy condicionado en sus altos cargos, al ser nombrados por el estamento político, y además le queda muy poco margen de maniobra, ya que su cometido es el de aplicar las leyes que emanan del legislativo. En realidad, y prescidiendo de apelativos eufemísticos, los que nos queda es una dictadura disfrazada de democracia.

Si analizamos muchas de las leyes que nos obligan a cumplir, vemos que están totalmente reñidas con la justicia. Ésta no puede ser un traje a medida para unos pocos, eso, por muy legal que sea, se llama privilegio, y los privilegios no son otra cosa que una escapatoria interesada, una puerta falsa para entrar y salir en la casa de todos sin estar sujetos a la ley general.

Hay leyes que rayan la irracionabilidad,(que una niña pueda abortar sin consentimiento ni conocimiento de sus padres), por poner un ejemplo, y que por ser tales, lo que engendran son consecuencias nefastas para las partes. Que a unos padres se les retire la custodia de sus hijos, por un pequeño maltrato. ¿Se ha parado el legislador a pensar las consecuencias negativas que tiene esta aplicación legal? Porque no hay término de comparación entre la causa y el efecto.

Podríamos seguir poniendo ejemplos y ejemplos de leyes que le tienen declarada la guerra a la justicia y al bien común, pero no sólo leyes de estos últimos tiempos, sino de todos los tiempos, ya que la sicología del gobernante, en el fondo, ha cambiado poco.

Cuando se trata de una sociedad inculta, timorata, porque el miedo y el temor lo engendra la ignorancia, es fácil el engaño y la sumisión, pero nuestra sociedad ya pasó ese estadio de la historia, y hoy día son cada vez más los que cada mañana al levantarse abren los ojos de la crítica ante hechos que no encajan con la justicia y la ética. Cada vez somos más los que alzamos nuestra voz, no contra las instituciones, sino contra los que las falsean y las acomodan a sus intereses particulares o de grupo.