Dedico este poema a
Pancho Palmero, amigo,
y compañero de tantos
años de docencia, y mejor
persona.
Has nacido en la montaña,
en las grutas subterráneas,
mecido por suave brisa
cubierto por blancas sábanas.
Tu infancia y niñez pasaste
correteando, y entre ramas
de los vecinos que hacían
a tu orilla, su morada.
Te has criado con el cóndor
en montañas elevadas,
custodiado desde el cielo
por el vuelo de las águilas.
Pero nunca se detienen
tus claras y limpias aguas,
y las sierras abandonas
sumergido en la nostalgia.
Llegado a la madurez,
por los llanos te desplazas,
serpenteando tranquilo,
meandros forman tus aguas.
Ya no corres como niño,
ni saltas por las quebradas,
porque ya tienes más años,
tus fuerzas están mermadas.
Y generoso te sientes
con los que anhelan tus aguas
dejando que se retraten
en tus espejos,sus caras.
Mas ellos, agradecidos,
besan tu rostro de plata,
y a veces, en el estío,
con gozo, tu cuerpo abrazan.
Fertilidad es tu seno,
cual amante madre tratas
multitud de bellas vidas
en tu acogedora casa.
Cansado del mal camino,
y perdida la esperanza
de volver a la niñez,
la senectud ya te alcanza.
Sigues tu curso, sin prisas,
tu cauce pronto se acaba,
y rendido, ya en tu ocaso,
en el océano descansas.
sábado, 6 de marzo de 2010
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