sábado, 6 de marzo de 2010

El río

Dedico este poema a
Pancho Palmero, amigo,
y compañero de tantos
años de docencia, y mejor
persona.


Has nacido en la montaña,
en las grutas subterráneas,
mecido por suave brisa
cubierto por blancas sábanas.

Tu infancia y niñez pasaste
correteando, y entre ramas
de los vecinos que hacían
a tu orilla, su morada.

Te has criado con el cóndor
en montañas elevadas,
custodiado desde el cielo
por el vuelo de las águilas.

Pero nunca se detienen
tus claras y limpias aguas,
y las sierras abandonas
sumergido en la nostalgia.

Llegado a la madurez,
por los llanos te desplazas,
serpenteando tranquilo,
meandros forman tus aguas.

Ya no corres como niño,
ni saltas por las quebradas,
porque ya tienes más años,
tus fuerzas están mermadas.

Y generoso te sientes
con los que anhelan tus aguas
dejando que se retraten
en tus espejos,sus caras.

Mas ellos, agradecidos,
besan tu rostro de plata,
y a veces, en el estío,
con gozo, tu cuerpo abrazan.

Fertilidad es tu seno,
cual amante madre tratas
multitud de bellas vidas
en tu acogedora casa.

Cansado del mal camino,
y perdida la esperanza
de volver a la niñez,
la senectud ya te alcanza.

Sigues tu curso, sin prisas,
tu cauce pronto se acaba,
y rendido, ya en tu ocaso,
en el océano descansas.

1 comentario:

  1. Precioso poema, para tan humilde destinatario.
    De todo corazón,
    ¡Gracias!

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