domingo, 17 de marzo de 2013

Un mito popular

A través de la historia se han creado muchos mitos. Personajes sin "autoritas" que a base de repetir una y mil veces las mismas ideas han convertido en realidad sus deseos, y se los han trasmitido al pueblo sencillo, que carente de otras mejores, las asimilan y las toman como propias. El pueblo llano, incapaz de hacer una crítica ideológica, se contenta con hacer suyo algo superior, algo que lo saque de su anonimato, y guiado por este deseo se hace acólito de grandes figurantes y se siente a gusto formando parte de su cortejo.

El personaje-mito, nunca se pondrá como culmen suprema de la pirámide social que está construyendo. Siempre habrá un ser superior inmaterial, del que él es el representante, o bien creará un ente, también inmaterial-ideológico: la revolución, el cambio, a quien hay que encumbrar por encima de todo y defender en contra de todos sus enemigos, y esto hay que martillearlo un día sí y el otro también hasta que forme parte del clima ideológico del grupo.Se rodeará de una corte que viven a su sombra, y que se encargarán, con sus continuos halagos de ensalzarlo y mitificarlo.

En ambos casos, lo que se pretende conseguir es disfrazar el poder y el egocentrismo personal con ropajes que no desentonen dentro del ambiente popular, pero en el fondo es una imposición ideológica y práctica de la vida.

Tenemos dos ejemplos muy claros en Sudamérica, Fidel Castro y el fallecido Hugo Chaves. Para el pueblo sencillo se han convertido en dos mitos a quienes se entrega sin condiciones. Y los personajes han conseguido lo que querían, mandar y desarrollar su poder absoluto por encima de todo.