Me gusta huir de los ruidos,
del aire contaminado,
del tráfico que ensordece,
de las prisas que llevamos.
Con mi mochila y mi gorra
salgo de excursión al campo,
camino por las veredas,
me meto por los atajos,
pero al final siempre llego
a mi lugar deseado,
descanso y toco sus aguas,
saludo a mi amigo, el lago.
Feliz me siento a su orilla,
mi reloj ya se ha parado,
complacido observo el agua
cierro los ojos y canto.
Son cantos que desahogan
sentimientos concentrados,
que vas guardando sin ver
cuándo podrás liberarlos.
Me miro en sus claras aguas,
me veo con el arbolado,
con las plantas que rodean
y beben agua del lago.
Camino por sus orillas,
levanto bandas de pájaros,
los lagartos no se inmutan
cuando paso por su lado.
Los patos nadan tranquilos,
del agua salen nadando
y picotean en la hierba
con su cuchara de palo.
Prosigo mi caminar,
nunca me siento cansado
pisando la alfombra verde
que mi amigo ha preparado.
Sigo mi camino absorto
en este mundo encantado,
renovado en los adentros,
satisfecho y relajado.
El sol traspone la cumbre
y le dice adiós al lago,
y yo siguiendo su ejemplo,
con mucho pesar me marcho.
miércoles, 21 de abril de 2010
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