miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pagar justos por pecadores.-P-

Si hay una forma cómoda de gobernar y de cometer injusticias veladas, es echar mano de la tan socorrida generalización, todos iguales, aunque cada uno de los casos a considerar sea distinto, pero así nos ahorramos molestias, trabajo y dinero, aunque las normas que dictemos sean, a todas luces, injustas.

Me voy a referir a dos noticias de última hora, que hoy traen los períódicos de ámbito peninsular e isleño. La primera se refiere a la compensación económica que se va a conceder a los médicos a cambio de que restrinjan al máximo las bajas por enfermedad, que conceden a sus enfermos. Me he quedado frío, esto es un insulto a los galenos, a su profesionalidad y a su comprensión humna. Hay otros medios para detectar los casos anómalos que pudieran darse, como en toda profesión humana. Existen inspectores, que cumplan con su cometido, y si su número es insuficiente, con el dinero que se va a emplear en esta remuneración complementaria,
auméntese el número de inspectores.¿ De qué se va a tratar ahora al negar las bajas, de que haya menos camas ocupadas en los hospitales?...

La segunda noticia, aunque procede de otra fuente, gobierno de Canarias, está relacionada con la anterior. Los enfermos, que superen los tres meses de baja, verán disminuidos sus ingresos mensuales. Esto es una injusticia y falta de sensibilidad. Nadie quiere estar enfermo y menos de larga duración. ¿Por qué estos señores, que tanto derrochan en cosas innecesarias, en multas por su mal gobierno, y en tantas cosas que omito, porque la lista sería interminable, no sacan ese dinero de otro sitio que no sea el sueldo del trabajador?.- No es justo que además de la enfermedad tengas que cargar con la disminución del sueldo que sustenta tu familia.

El invierno


Ya Bóreas llega del norte
y con su viento refresca
los parajes de la tierra,
la naturaleza entera.

El manto verde que luce
en otoño la pradera
lo cambia por blanco nácar
el invierno que comienza.

Las nubes acongojadas,
con sentimiento y tristeza,
lloran lágrimas de perlas
para adornar la floresta.

Las flores emigran todas
a otros campos del planeta,
porque a esta fría estación
no le gustan las bellezas.

Melancólico y nublado
el invierno se presenta,
engolado caballero
envuelto en su vestimenta.

Todo el mundo se recoge,
las calles quedan desiertas,
un frente de nieve y frío
se adueña de las aceras.

El negro asfalto se torna
algodón de blanca tela
que unifica los caminos,
los senderos y veredas.

Silencio reina en los bosques,
las aves mudas se quedan,
sus siringes ya no cantan
hasta llegar primavera.

Los ciervos y los muflones
impertérritos esperan,
viviendo en el matorral
y con la hierba cubierta.

Los osos más precavidos
se adentran en sus oseras,
y mientras dure el invierno
duermen y no se despiertan.

De sus hojas se despoja
gran parte de la arboleda,
porque el frío hiela su savia
y a sus ramas nunca llega.

El invierno no es la muerte,
aunque mucho se asemeja,
es un ensallo que hace
la naturaleza entera.

La actividad se detiene
en el cielo y en la tierra,
los seres vivos esperan
que la vida pronto vuelva.