sábado, 9 de marzo de 2013

Democracia con estructuras de dictadura

Los periodos democráticos de la historia de España han sido cortos y caracterizados por la inestabilidad social y política. La clase política de ayer y de hoy no tiene bien asentadas las ideas que deben regir un gobierno del pueblo. Ellos creen que por ser designados, en unas votaciones, por el pueblo, ya pueden sustituirlo en todo y relegarlo a un rincón, haciéndose dueños de un poder que ellos se fabrican y que no debe existir, ya que en una auténtica democracia lo que debe haber es una fructífera autoridad, reconocida y confirmada por el pueblo.
El gobernante demócrata tiene que asumir que el protagonista, el importante es el pueblo, y que él es solamente su servidor.

Nunca un representante tiene un poder decisorio, siempre su poder es delegado. El pueblo soberano es el que  delega en los gobernantes y le da las herramientas necesarias para gobernar y administrar al pueblo, velando por el bien común.

Nuestros gobernantes han conservado muchas formas y costumbres de los gobiernos absolutistas. Viven en palacios del estado, como los soberanos de siglos pasados, rodeados de servidores. A la canciller alemana, Ángela Merkel, le sorprendió que Rajoy viviera en un palacio, ya que ella vive en un piso de alquiler, el mismo que habitaba antes de ser canciller de Alemania, y es que nuestros políticos tienen que aprender mucho de los europeos.

Viajan en vehículos oficiales y muchas veces acompañados de un séquito. Manejan el dinero del contribuyente como si fueran señores absolutos. Si analizamos el comportamiento de los antiguos soberanos
y lo comparamos con nuestros actuales dirigentes, veremos que los modos de vivir y actuar han cambiado muy poco.