Para construir el edificio del estado no son aptos todos los materiales, aunque a alguién le parezca lo contrario. Hay sobre todo dos clases de ladrillos que son sumamente perjudiciales: el revanchismo y el exclusivismo. Los arquitectos que hicieron los planos del nuevo edificio de la democracia, conociendo las nefastas consecuencias a donde nos habían llevado esta clase de materiales, en la última república, trataron de limar asperezas para que no se colaran en la construcción que tenían entre manos. Pero aquellos artífices, conocedores de la historia porque la habían sufrido en sus propias carnes, han sido sustituidos por otros que parecen ignorarla, y han vuelto a resucitar y emplear aquellos nefastos materiales desechados, con tan buen criterio, por los primeros arquitectos.
Los resultados los estamos sufriendo, este edificio ha comenzado a agrietarse, y lo peor del caso, es que se está tardando, más de lo deseado, en arreglarlo. Por el bien de todos esperamos que el mal no siga a más.
sábado, 1 de octubre de 2016
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