martes, 5 de diciembre de 2017

Comentario

Ante la anulación por el Tribunal Supremo de la orden de detención de Puigdemont, se están escribiendo opiniones de todas clases. Yo no me resisto también a dar la mía. Que conste que es eso, una opinión, no tengo información fidedigna del hecho, solamente lo que han publicado los medios de comunicación, por lo que no afirmo nada como falso o cierto, es simplemente mi parecer personal.
  España no ha sido nunca, diría que desde siglos, santo de la devoción de Bélgica, parece que las andanzas del Duque de Alba los dejó marcados para una eternidad en contra de todo lo que oliera a español. Todavía recuerdo los ríos de tinta que corrieron cuando se anunció la boda del rey Balduino con Fabiola de Mora y Aragón, criticando que fuera una española nada menos que su reina.
   El Tribunal Supremo ha tenido que ver muy clara la falta de colaboración de la judicatura belga, para tener que retirar una orden que acababa de emitir, y antes de que se pronuncie dándole alas a los separatistas, prefiere, creo que con buen criterio, quitarles la ocasión de hacerlo, retirando la orden.
    Todavía me ronda por la cabeza el porqué dejaron escapar a Puigdemont y no lo trataron igual que a Junqueras. Sin duda tenía muy bien planeado en dónde refugiarse para poder escapar de la justicia.
    Pero Bélgica que no olvide que dentro de sus fronteras, en cualquier momento, le puede estallar el mismo problema.